He leído un artículo en el periódico sobre la utilidad de las pruebas de alergia alimentaria y he pensado en hablar sobre el tema de nuevo.
Cuando hablo de las pruebas médicas me refiero tanto a los test cutáneos (PRICK) como a los análisis sanguíneos (CAP) para medición de niveles de IgE (son las dos pruebas que se realizan de forma standard en España).
Lo he comentado varias veces, pero nunca está de más recordar que los resultados de las pruebas alérgicas no son concluyentes, sino orientativos.
Esto es, un niño puede dar positivo en las pruebas de alergia a las proteínas de leche de vaca pero no presentar ningún síntoma cuando ingiere leche de vaca. Si suprimimos un alimento que no le causa daño, le estaríamos haciendo un daño mayor, aunque las pruebas hayan sido positivas.
Sólo un médico alergólogo, con el estudio de la historia clínica del niño (reacciones alérgicas y síntomas tras la ingesta), junto con las pruebas de alergia, es capaz de establecer un diagnóstico.
Decía el gran médico Gregorio Marañón que la mejor herramienta diagnóstica era una mesa, una silla y un papel para realizar una correcta historia clínica.
Si nos dedicáramos a realizar pruebas de alergia alimentaria a todos los niños, saldrían muchos resultados positivos en niños para los que no supone ningún problema la ingestión del alimento alérgeno.
Es obvio que las pruebas de alergia sirven de ayuda al diagnóstico para el médico, así como para establecer la evolución de la enfermedad. Pero no son determinantes para indicar que el niño padece alergia alimentaria.
Aunque las pruebas en piel y en sangre diesen negativas, sólo una prueba de provocación oral (ingestión directa del alimento) es capaz de determinar si el niño es o no alérgico alimentario.
Hay niños alérgicos que con el tiempo consiguen tolerar la ingestión de leche de vaca, pese a que sus pruebas cutáneas y en sangre se mantienen positivas.
Hoy en día, se busca que los niños puedan alcanzar la tolerancia a la leche de vaca para llevar una dieta normal.
En última instancia, no se busca la curación completa de la enfermedad, sino al menos la tolerancia de una cantidad suficiente de leche para que su vida no sufra excesivas restricciones alimentarias.
Os recomiendo la lectura del artículo en este enlace.
Foto: MoSelf
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